Cafés oscuros

En Amsterdam nunca se está lejos de un café oscuro, llamados de esta manera por el color marrón claro que han adoptado sus paredes de madera después de tantos años sometidas al humo del tabaco. La bebida tradicional es la ginebra holandesa, que tiene un aroma a enebro y cítricos. Pese a ello lo que más se consume es la cerveza de barril.
Estos cafés son toda una institución en Amsterdam. Su ambiente acogedor son una auténtica tentación cuando se hecha el frío, o acecha la humedad. Además cada uno cuenta con su propia clientela, unos atraen a amantes del arte, o aficionados al deporte. Otros son lugares de reunión de estudiantes, y algunos son conocidos por sus conciertos de blues. Algunos se han echo famosos por sus tartas de manzana. Los cafés funcionan como los antiguos bares de pueblo, son sitios donde los vecinos se reunen después del trabajo, de clase o el fin de semana, para charlar un rato o leer el periódico.
La mayoría de estos cafés son pequeños y te obligan a compartir mesa, algo que ayuda a relacionarse con el de al lado.
Una vez aquí no podrás irte sin comer algo. La mayoría de de los cafés ofrecen aperitivos para minimizar los efectos del alcohol. Desde bocadillos hasta sopas consistentes, estofados, tortillas y ensaladas. Pero lo mejor de todo es la tarta de manzana con nata montada encima, todo un clásico.