Primer Día - 1 Abril. Amsterdam


Nuestro primer día de vacaciones en la capital holandesa ha resultado ser largo y agotador. Hemos comenzado la maratoniana jornada con un madrugón a las 4 de la mañana, de hecho nos ha tocado poner las aceras para todos los madrileños. Tras 2 horas de caótica facturación y embarque y con casi 40 minutos de retraso injustificado hemos salido para Amsterdam. Nuestro primer contacto con la capital de holanda ha sido memorable. Nada más salir del aeropuerto hemos entrado en la estación de tren y aquí nos hemos visto delante de una máquina expendedora de billetes, que en un perfecto holandés nos daba las instrucciones necesarias para sacar los billetes. Había dos tipos de billetes, uno más caro y otro más barato. Yo como tengo muchos amigos catalanes he cogido el más barato, no les voy a dejar en feo. Todavía no se si lo hemos correctamente, pero ya estamos en Amsterdam y nadie me ha dicho nada al respecto. Como consecuencia nos hemos ahorrado 6 eurillos.
La segunda experiencia tiene que ver nuevamente con el ticket, pero esta vez con los del tranvía. Hemos intentado repetir la operación de la estación de tren. Es decir sacar los billetes en una máquina, pero esta vez no hemos podido y tras preguntar los hemos tenido que comprar en un quiosco enfrente de la estación de tren.

El sistema de los billetes en Amsterdam es un poco extraño, depende a que parte de la ciudad vayas, tienes que ticar el ticket más o menos veces, todavía sigo sin entenderlo y sin saber si hemos ticádo bien o no, pero bueno como nadie nos ha dicho nada, será que está bien.
A primera hora de la tarde y mientras esperábamos para poder ocupar la habitación del hihostel hemos estado paseando por las proximidades del mismo. Ha sido nuestra primera toma de contacto real con la ciudad. Hemos paseado por los alrededores de Leidseplein, una plaza muy concurrida y con mucho jaleo, sobre todo por la noche, donde hay un montón de bares, coffe shop y restaurantes y se convierte en uno de los principales focos de la vida nocturna. Hemos visto los primeros canales y el mercado flotante de las flores, también conocido como Bloemenmarket. Y hemos terminado en una de las calles comerciales de Amsterdam, llamada Koningsplein. Esta calle es una de las principales calles comerciales de la ciudad. Aquí se alinean uno tras otro los grandes almacenes y los antros de comida rápida.
Aquí nos ha dado la hora de la comida por lo que nos hemos metido en un de esos locales de comida rápida. Una salchicha típica de nombre impronunciable y un zumo natural han saciado nuestro apetito y han servido para ayudarnos a recargar las baterías.

Una vez realizado el check in en el hihostel y ojeado un poco la guía turística, hemos decidido visitar el museo Van Gogh. La tarde esta fría y llueve, por lo que mejor estar bajo un techo. El museo está en un edificio de una simplicidad casi brutal, que destaca entre las villas palaciegas de su alrededor. Su arquitecto holandés Gerrit Rietveld lo construyó como un cubo de cemento blanco.
Sí no tienes cogida la entrada con antelación, como era nuestro caso ya que la compramos en el hihostel, prepárate para hacer cola. Ya que es uno de los museos más visitado de la ciudad. El museo no solamente alberga obras de Van Gogh sino que también dispone de otros artistas holandeses. En la primera planta se expone una amplia selección de pinturas de Van Gogh en orden cronológico. Esta presentación ofrece una buena visión de los desarrollos en su obra. Desgraciadamente, los dibujos y las cartas del artista no pueden exponerse permanentemente debido a su fotosensibilidad. En la tercera planta se muestra la colección del siglo XIX, en la que en muchos casos se indica la relación con la obra de Van Gogh. En la segunda planta se encuentran presentaciones educativas variables sobre investigaciones acerca de restauraciones y obras en papel. Además, hay ordenadores en los que se puede consultar el recién renovado sitio web del museo.
Una de las grandes ironías de la vida de Van Gogh es que él apenas consiguiera vender un cuadro y que, sin embargo, hoy sus obras alcancen precios astronómicos.

La visita al museo nos ha llevado dos horas y 14 euros por persona. El museo nos ha parecido un tanto decepcionante, porqué tienen muchas obras en restauración, prácticamente la más importantes de la colección con lo que te quedas un poco con las ganas de ver más. Aunque se debe reconocer que las obras expuestas son fabulosas.
El resto de la tarde lo hemos dedicado a vagabundear y a pasear por las calles del barrio de los museos, cerca de donde estamos alojados. Tras el frenesí constructor que marcó el siglo XVII, Amsterdam se vio sumergida en 200años de relativo estancamiento. La ciudad no empezó a crecer de nuevo hasta la segunda mitad del siglo XIX y, cuando lo hizo, se masificó.
Para solucionar la congestión, se propusieron varios planes urbanísticos disparatados. Afortunadamente, ninguno de ellos se llevó a cabo y la necesidad de encontrar espacio sólo empezó acanalizarse cuando se encargó a Berlage que diseñara un plan de expansión urbanística.
La propuesta de Berlage, que se desarrolló a partir de 1917, supuso la creación del nuevo barrio del sur de Amsterdam, con tres importantes museos de arte, su mundialmente conocido auditorio o Concertgebouw, y el conservatorio de Amsterdam, todo ello formando el Barrio de los museos, donde también encontramos numerosas casas y villas Arts and Crafts, así como algunos de los comercios más elegantes de la ciudad.


Pero no todo son mansiones y tiendas en este barrio, también encontraremos el parque de Vondelpark, el cual merece la pena recorrer. Eso sí, cuidado con las bicicletas, ya que encontrarás un sin fin de amsterdameses a toda velocidad montados en ellas.
Sobre las 9 de la noche hemos buscado un sitio para cenar. Parece un poco pronto para cenar, pero desde las 4 de la mañana despiertos, el día se hace largo.
Hemos dado con un local italiano bastante auténtico, donde todos los camareros eran italianos. Para reponer fuerzas hemos dado buena cuenta de un sopa de cebolla (plato típico de holanda), unos spaghettis bolognese, unos penne agli olli, un tiramisú y unexpresso. Ha sido una cena muy agradable y no ha salido del todo cara.
Mañana tenemos la intención de madrugar para hacer una excursión fuera de Amsterdam, por lo que para las 10 de la noche damos por concluido este ajetreado primer día. Vamos a ver que nos deparará el día de mañana.